#050
Mijaíl Gorbachov
Líder
1985 - 1991
Mijaíl Gorbachov, líder de la Unión Soviética entre 1985 y 1991, fue un actor central en los últimos años de la Guerra Fría, un periodo caracterizado por la rivalidad ideológica y militar entre las dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS. Al asumir el cargo de Secretario General del Partido Comunista en 1985, Gorbachovheredó una economía en crisis, una estructura política rígida y un clima social marcado por la falta de libertades y la censura. Para enfrentar estos desafíos, lanzó dos reformas clave: la Perestroika y la Glasnost, las cuales tenían como propósito revivir la economía y democratizar el sistema político, sin abandonar del todo el socialismo. Estas reformas, sin embargo, también desestabilizaron las estructuras del Estado soviético, con consecuencias imprevistas tanto dentro como fuera del país.
La Perestroika (reconstrucción) implicaba una reestructuración económica que buscaba introducir elementos de mercado dentro del sistema socialista, permitiendo, por ejemplo, cierta autonomía para las empresas y fomentando la inversión extranjera. En lugar de aliviar la crisis, estas políticas encontraron resistencia entre los sectores más conservadores del Partido Comunista y no lograron reactivar la economía, que llevaba años de estancamiento debido a la centralización y a la falta de incentivos para la productividad. La Glasnost (transparencia), por su parte, buscaba mayor apertura informativa, libertad de expresión y crítica al sistema, lo que generó un despertar social sin precedentes en la URSS. Los ciudadanos comenzaron a expresar sus descontentos y surgieron movimientos independentistas en las repúblicas soviéticas, impulsados por la nueva atmósfera de libertad. En pocos años, la apertura de Gorbachov contribuyó a deslegitimar al propio Partido Comunista, minando su control sobre la sociedad.
A nivel internacional, Gorbachov modificó radicalmente la política exterior soviética. Rompió con la Doctrina Brézhnev, que defendía la intervención militar para mantener a los países de Europa del Este dentro de la órbita soviética, permitiendo que estos Estados tuvieran autonomía en sus asuntos internos. Esto condujo a un efecto dominó en el que países como Polonia, Hungría y Alemania Oriental comenzaron a liberarse de la influencia soviética, dando paso a reformas democráticas. La caída del Muro de Berlín en 1989 fue una de las consecuencias más simbólicas de esta política exterior reformista. Además, Gorbachov mantuvo cumbres históricas con líderes occidentales como Ronald Reagan, logrando acuerdos significativos para la reducción de armas nucleares, incluyendo el Tratado INF (Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio) de 1987, que eliminó misiles de corto y mediano alcance en Europa. Estas negociaciones contribuyeron a reducir las tensiones nucleares y generaron un clima de distensión entre ambos bloques.
Pese a sus esfuerzos de reforma, Gorbachov enfrentó serios desafíos internos. La economía soviética continuó deteriorándose, y la Glasnost intensificó las demandas de autonomía en diversas repúblicas soviéticas. Movimientos nacionalistas en Lituania, Letonia y Estonia declararon su independencia en 1990 y 1991, con otros territorios siguiendo su ejemplo. Dentro del propio gobierno, Gorbachov encontró opositores tanto en el ala conservadora, que lo consideraba demasiado flexible, como en el ala reformista, que veía en sus cambios intentos insuficientes para la democratización. En agosto de 1991, un grupo de altos oficiales y figuras del Partido intentó un golpe de Estado para frenar las reformas, pero fue rápidamente sofocado, aunque debilitó aún más el poder central soviético.
La suma de estos factores llevó al colapso de la URSS en diciembre de 1991. Gorbachov renunció ese mismo mes, poniendo fin a casi siete décadas de la Unión Soviética. Aunque sus reformas no lograron salvar al Estado soviético, Gorbachov dejó un legado crucial en la reducción de tensiones internacionales y en la apertura de una sociedad que había vivido décadas de represión.