George Blake

George Blake, nacido en 1922 en Rotterdam, fue una figura clave del espionaje durante la Guerra Fría. Su carrera comenzó en el MI6, el servicio de inteligencia británico, al que se unió después de la Segunda Guerra Mundial. Durante los años de la posguerra, Blake trabajó en operaciones de inteligencia en lugares estratégicos como Alemania y Austria, centrando sus esfuerzos en combatir la influencia soviética en Europa del Este. Sin embargo, un evento decisivo ocurrió durante la Guerra de Corea, cuando fue capturado por las fuerzas norcoreanas en 1950. Durante su encarcelamiento, Blake tuvo acceso a literatura comunista y entabló conversaciones con oficiales soviéticos, lo que transformó su visión ideológica.

Blake se convirtió en un agente doble en 1953, tras ofrecer voluntariamente sus servicios a la KGB. Desde entonces, comenzó a suministrar información extremadamente sensible a los soviéticos, revelando identidades de agentes occidentales y compartiendo detalles de operaciones secretas en curso. Uno de sus logros más significativos para la Unión Soviética fue su participación en la filtración del Proyecto Venona, una operación conjunta entre los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses destinada a descifrar las comunicaciones soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque Blake no tenía acceso directo al proyecto, proporcionó información que permitió a la KGB frustrar investigaciones relacionadas.

Entre las operaciones más perjudicadas por la traición de Blake estuvo la infiltración occidental en Berlín Este. Blake alertó a la KGB sobre un túnel construido por el MI6 y la CIA para interceptar comunicaciones soviéticas en la ciudad, lo que permitió a los soviéticos manipular la información enviada a través de este canal. Además, entregó los nombres de más de 400 agentes encubiertos, muchos de los cuales fueron capturados o ejecutados como resultado directo de sus acciones. Este nivel de daño convirtió a Blake en una de las mayores amenazas a la seguridad occidental durante la Guerra Fría.

En 1961, el contraespionaje británico logró descubrir las actividades de Blake gracias a un desertor de la KGB. Fue arrestado, juzgado y condenado a 42 años de prisión. Sin embargo, en 1966, con la ayuda de activistas contrarios al gobierno británico, escapó de la prisión de Wormwood Scrubs. Cruzó Europa utilizando una serie de contactos y llegó a Moscú, donde recibió asilo político y vivió bajo la protección soviética hasta su muerte en 2020.

Blake pasó el resto de su vida justificando sus acciones, argumentando que actuó en favor de la paz y la justicia. A pesar de su controvertido legado, su impacto en el espionaje de la Guerra Fría sigue siendo objeto de análisis por historiadores y expertos en inteligencia.