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Dwight D. Eisenhower
Presidente
1953 - 1961
Dwight D. Eisenhower, al asumir la presidencia de los Estados Unidos en 1953, se encontró con un mundo inmerso en la Guerra Fría, un enfrentamiento ideológico, político y militar entre las dos superpotencias emergentes: Estados Unidos y la Unión Soviética. En este contexto, Eisenhower implementó una política exterior basada en la contención del comunismo, una doctrina que tenía como objetivo frenar la expansión soviética sin caer en conflictos militares directos, al mismo tiempo que aseguraba la defensa de las naciones aliadas de Occidente.
Uno de los principios centrales de la política de Eisenhower fue la estrategia de «represalia masiva». Este enfoque buscaba disuadir a la URSS de cualquier agresión al establecer que cualquier ataque a Estados Unidos o sus aliados resultaría en una respuesta nuclear devastadora. La doctrina de represalia masiva se convirtió en un pilar de la defensa estadounidense, ya que permitía reducir el gasto en fuerzas convencionales —tropas y armamento no nuclear— en favor de un arsenal nuclear más eficiente y económico para enfrentar la amenaza soviética. Esta estrategia era, en parte, una respuesta al incremento del poder militar soviético y la creciente carrera armamentista entre ambas potencias.
Sin embargo, Eisenhower también fue consciente de los peligros de una carrera nuclear sin fin, y en 1955 propuso el programa de «Cielos Abiertos» (Open Skies), que buscaba permitir que Estados Unidos y la URSS realizaran vuelos de reconocimiento sobre el territorio del otro para verificar la acumulación de armas y fomentar la transparencia. Aunque la propuesta fue rechazada por la Unión Soviética, reflejó el interés de Eisenhower en reducir la desconfianza mutua y frenar el aumento incontrolado de armas nucleares. En este sentido, buscaba una estabilidad global que, aunque basada en la disuasión, no abandonara la diplomacia.
La «Doctrina Eisenhower» de 1957 se enmarcó dentro de estos esfuerzos de contención, con un enfoque particular en el Medio Oriente, región que Eisenhower consideraba crucial ante la influencia soviética. La doctrina autorizaba a Estados Unidos a intervenir militarmente en países de esta región que solicitaran ayuda para resistir la agresión comunista, como sucedió en Líbano en 1958, donde el gobierno estadounidense envió tropas para mantener la estabilidad ante las tensiones internas. Esta intervención fue simbólica de la disposición de Estados Unidos de intervenir para proteger sus intereses estratégicos en zonas sensibles, al tiempo que buscaba evitar un conflicto directo con la URSS.
A lo largo de su presidencia, Eisenhower también enfrentó una serie de crisis que pusieron a prueba su estrategia de contención y su habilidad para manejar conflictos en un escenario internacional polarizado. En 1953, logró finalizar la guerra de Corea mediante un armisticio que, aunque no trajo una paz definitiva, sí estableció una tregua que mantuvo la división en la península coreana. Más adelante, en 1956, Eisenhower se enfrentó a la Crisis de Suez, cuando Reino Unido, Francia e Israel invadieron Egipto tras la nacionalización del canal por parte del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser. A pesar de la presión de sus aliados, Eisenhower se negó a apoyar la invasión, en parte para evitar que la URSS aprovechara la situación para incrementar su influencia en el mundo árabe. Esta postura le ganó respeto en la región y fortaleció la imagen de Estados Unidos como una potencia dispuesta a actuar de manera independiente.
Otro desafío notable fue el lanzamiento del Sputnik en 1957 por la Unión Soviética, el primer satélite artificial en órbita. Este evento fue un golpe simbólico para Estados Unidos, ya que evidenció el avance soviético en la carrera espacial y despertó el temor de que la URSS pudiera alcanzar superioridad tecnológica y militar. Como respuesta, Eisenhower impulsó la creación de la NASA y el fortalecimiento de los programas de investigación científica, iniciando la competencia tecnológica que caracterizaría la Guerra Fría en las siguientes décadas.
La administración de Eisenhower, con su enfoque en la contención, la disuasión nuclear y la diplomacia preventiva, estableció las bases de la política exterior estadounidense durante la Guerra Fría. Su legado en la conducción de una política que buscaba evitar el conflicto directo con la Unión Soviética, al tiempo que mantenía la presión para frenar el comunismo, sería una referencia constante en las décadas siguientes, en un periodo de tensiones latentes que definió la segunda mitad del siglo XX.